Pues aqui pongo el mito del origen de Athenya :D nunca pensé en escribirlo, pero al tener dos asignaturas de mitos ("Mitología popular y folkore rumano" y "Cultura y civilización noruegas") pues me entró la inspiración en clase y me puse a escribirlo... aparece en el segundo capítulo del libro.
Que lo disfrutéis :D
Al
principio, sólo existían los cuatro elementos, y de ellos, nacieron los dioses.
Yarhu nació del fuego; Salmakya nació del agua; Feyra nació de la tierra;
Iignus nació del aire.
Así, las cuatro divinidades decidieron unir los elementos
para crear un mundo al que llamaron: Athenya. Lo adornaron con montañas,
árboles y ríos… con un astro que iluminaría el día y dos la noche, junto a las
estrellas. Al primero lo llamaron Hëlyos y a las lunas Seya y Keya, la primera
azul y la segunda blanca. Y cada dios escogió una zona de Athenya, donde
crearía criaturas.
Yarhu escogió el oeste, la zona más desértica. A partir
del fuego y de la tierra creó a los albóreos. Seres fuertes y resistentes,
veloces y ágiles. Seres capaces de manejar su fuego.
Salmakya prefirió el nordeste, por el bosque y por el
océano. Ella creó dos tipos de criaturas, parecidas en belleza pero distintas
en poder: de los pétalos de las flores cubiertos de rocío creó a los elfos, una
raza bellísima con una magia ancestral que podrían invocar sólo con la mente.
Seres incapaces de hacer daño sin motivo. Ellos vivirían en el bosque, lo
cuidarían y embellecerían. Luego, Salmakya cogió un puñado de tierra y se lo
llevó al mar, y con esa tierra moldeó seis islas, donde vivirían sus otras
criaturas: creadas únicamente a partir del agua, las sirenas. Con cuerpo humano
y cola de pez si se hallaban en el agua, con figura humana si estaban en
tierra. Criaturas bellas, con gran sabiduría y una magia basada en los cantos y
la adivinación.
Feyra también escogió una zona boscosa, el sur de
Athenya, con playa al este y montañas siempre nevadas al sur. La diosa, se
pinchó un dedo con la espina de una rosa, y una gota de su sangre cayó en la
tierra y de ahí nació el hombre humano. Por el dolor del pinchazo, una lágrima
nació en sus ojos y fue a parar también a la tierra, de ahí nació la mujer
humana. Una raza sin magia pero inteligentes, valientes y leales. Seres con
grandes capacidades que les permitían estudiar, aprender y descubrir.
Iignus eligió la zona central de Athenya. Separada del
desierto por una cordillera, llena de praderas en cuyo centro había un pequeño
bosque y en el este la costa bañada por el Océano Karmes. Él creó a los magos
erosionando las rocas con el viento. Pero con el tiempo, algunos magos se especializaron
en aprender a controlar y utilizar en su favor a los cuatro elementos. De ahí
nacieron los elementales, los únicos seres capaces de invocar a los elementos,
ya que los magos no podían hacerlo.
Después de crear todos estos seres, los dioses pusieron
también en el mundo otras criaturas como las aves, los reptiles, los peces y
los mamíferos. Así, las cinco razas convivieron en paz y armonía.
Pero un día, un rayo provocó un gran incendio en el este
de Lünadîs, el reino de los humanos. Un incendio imparable que prometía
exterminar el reino y el resto de Athenya. Así que, los dioses, para evitarlo,
desprendieron la tierra incendiada y la separaron, dejándola en el océano a la
deriva. La isla acabó en cenizas y de estas cenizas nacieron unos seres que ni
los dioses habían previsto: los vraemonios. Seres sin alma que sólo tenían un
objetivo: dominar Athenya. Eran muchos, fuertes y con una magia únicamente
destructiva. Se dividieron en cuatro grupos para intentar tomar los cuatro
reinos del continente a la vez. Estuvieron a punto de conseguirlo, de no ser
porque los dioses, para ayudar y proteger a sus criaturas, además de los
elegidos en las profecías, crearon a Éraso uniendo los cuatro elementos de los
que nacieron: una criatura alada capaz de manejar los poderes de los cuatros
dioses, pues fluían todos en su interior.
Los vraemonios fueron derrotados y desterrados de cada
uno de los reinos y la paz volvió a Athenya.
Erya.